domingo, 26 de abril de 2015

Las galguerías

La palabra galguerías está aceptada por la RAE pero extrañamente, es poco conocida fuera de Bogotá. Casi siempre le dicen chucherías o golosinas. Sin embargo, cuando mis amigos no rolos la escuchan, les encanta, por lo cual terminan apropiándose del término. En la familia de mi mamá, existe una expresión aún más local (ésta si no está en la RAE), que es “comiso”.

Considero que comer galguerías es uno de los grandes placeres de la vida. Afortunadamente fui privilegiada con un cuerpo que no engorda mayor cosa o si no tendría un serio problema de obesidad. De hecho, en mi tierna infancia, constituyeron la base de mi alimentación, dirigida por una madre muy malcriadora en este aspecto. Supongo que desesperados por mi bajo peso rayando en el límite de la desnutrición, mis padres recurrieron a las galguerías “para que al menos comiera eso”. Ahora no sé si por el contrario, las galguerías fueron el motivo de que no comiera como es debido y que hayan contribuido a mi metro y medio de estatura.

Ya algunos lo sabrán por el blog de mi hermana, que éramos la envidia de cualquier niño. No existía la orden “No comas eso” o “después de que acabes la comida”. Nuestra alacena reventaba de galguerías de todos los tipos y teníamos libre acceso en la cantidad y momento que eligiéramos. No era extraño comerse una chocolatina apenas abríamos los ojos y antes del desayuno. (Confieso que aún lo hago). Nuestra lonchera para ir al colegio, en lugar del jugo de guayaba + banano + emparedado, la conformaba algo como Milo+ paquete de boliquesos +nucita. A mis amigos siempre les gustó ir a mi casa (hablo de mis amigos de la Universidad!!) porque por todo lado encontraban alguna golosina que picar. Seee, ya sé que no fue el modo alimenticio más saludable del mundo y espero no repetirlo con mis hijos pero debo reconocer que las galguerías ilimitadas hicieron de mí una niña muy feliz. Por otro lado, es posible que debido a que siempre pude comerlas sin restricción alguna, nunca lo hice de manera compulsiva y hoy en día puedo no acabarme el paquete completo de galletas o dulces y comer las galguerías con moderación así disponga de ellas, control que muchas personas no tienen.

Cuando haces algo desde niño, se crea un hábito para toda la vida. Esto es, a mis 32 años, las galguerías forman parte primordial del mercado básico, junto a la leche y las arepas. Antes de independizarme, siendo ya una médica especializada, mi madre me dejaba “lonchera” para llevarme al trabajo en el último escalón de la escalera. Y cuando llegaba, me esperaba alguna galguería de las que más me gustaban sobre la mesa de noche. Estos detalles coquetos de mi madre son una de las cosas que más extraño en mi vida independiente. Ella además tiene el toque de saber cual es tu galguería preferida y darte a probar nuevas galguerías que supone, te podrían gustar, es una profesional!!. Su maternalidad galgueriana llega a tanto que si alguien se quedaba en la casa, también le preparaba lonchera. Si sales con ella, puedes contar conque no te faltarán chicles, mentas o caramelos de los cuales siempre dispone en su bolso. Y si te da algún regalo, puedes esperar pegado a la tarjeta invariablemente anexada, una golosina gourmet.

Podrán imaginar que en la casa paraíso de las galguerías, todos contribuyen y cada uno tiene su especialidad. Mi madre come muy pocas cosas porque le hacen daño pero extrañamente, las golosinas no. Ella se especializa en colombinas, chicles y gomas de regaliz. Mi hermana es la gran consumidora de las gomas y dulces gringos tipo “nerds”, “airhead” y esas cosas que te dejan la lengua azul. Yo siempre me he inclinado más por los chocolates y paquetes selectivos. Mi padre, más que todo chocolates también y recibe las galguerías que nosotras no nos comemos porque no nos gusten o nos parezcan muy dulces. Cada uno tiene su caleta de galguerías personalizada y escondida… nadie excepto el dueño puede disponer de ésta!!!! Hoy en día, la costumbre de la caleta persiste y aunque sé que nadie va a ir a coger de mis galguerías en la alacena (los alimentos ocupan dos estantes, uno de ellos es sólo de galguerías), tengo mi caleta de cositas más ricas escondida en el clóset.

De los chocolates, me gustan principalmente los simples. Nada de chocolate blanco (que por lo demás ni siquiera tiene cacao), ni rellenos dulces o con licor, ni crispis, ni cookies y mucho menos con adiciones de maní o almendras. Tampoco soy fan de la asociación con caramelo o nouguet. El chocolate negro de leche sólo, es para mí la perfección. El único relleno que me agrada de verdad son los elaborados con mantequilla de maní. De tal manera, tengo mi favorito de cada región. En USA, los kisses tradicionales de Hershey´s. En Brasil, las serenatas de amor. En Argentina los Bon o Bon. En Chile las Nestlé. En Europa las Lindtt, especialmente Lindor. Respecto a Colombia, pienso que el chocolate Jet es algo mediocre, Italo igual. Pero recuerdo que existían unas chocolatinas deliciosas llamadas Dixit, tristemente las descontinuaron. Las trufas de cualquier tipo son deli deli.

Aunque me chiflen los chocolates, los paquetes les alcanzan a competir. No los comunes, chitos, papas y chicharrones. Colombia, que es el paraíso de la variedad en paquetes, satisface plenamente mis caprichos. Los que más me han gustado en toda mi vida, fueron los Snackys de queso. Digo fueron porque se extinguieron hace como 20 años. Una vez, hace 5 años, los encontré casualmente en un Olímpica de Santa Marta. Me compré todas las existencias y me los llevé para la Sierra Nevada!! Claramente, estaban muy viejos pero a mi me hicieron la más feliz del mundo y me ayudó a sobreponerme a las exigencias del trekking. En Europa encontré unos chitos de queso que aunque no sean lo mismo, se le asemejan. Todo viajero europeo de confianza, tiene que atracar las tiendas de los chinos y traerme mis chitos de paquete grande. Mi hermana más o menos llena una maleta con ellos cada vez que viene. Se queja un poco porque ocupan mucho espacio y toda la maleta queda oliendo a queso artificial. No se consiguen fácil, sólo en Madrid y Lisboa!! Del episodio de los snacky´s me quedó el gustillo a viejo, así que dejo envejecer mis chitos intencionalmente antes de comérmelos.


Otros de mi gusto, son los tostacos picantes, las rosquitas, los platanitos maduros, los gudiz, los chokis, los snackys de caramelo y los boliquesos, que nunca pierden vigencia. De los nuevos paquetes, las tostiarepas y las natuchips de yuca son la revelación. Tuve un tiempo de compulsión con los tostacos de queso cuando era adolescente. Me comía sagradamente dos paquetes diarios. Pero un día se me reventaron en el bolsillo del morral y el olor a queso me mareó tanto que después de eso no pude comerlos nunca más. Actualmente, los Doritos me generan una sensación de repulsión similar.

Los snacks habituales como Todorico, maní, pasas y galletitas no son lo mío. Aparte de los chocolates y los paquetes arriba mencionados, tengo debilidad por las golosinas en polvo. Amo los quipitos. Y todo aquello que normalmente se usa para disolver, como leche en polvo, gelatina, Tang, Milo… son para mí el perfecto snack. Y no me empalagan, pero si me dan una cucharada de arequipe, o cualquier cosa de repostería con crema, sólo logro comer un pedacito.

Por último, comer mis galguerías favoritas mientras leo un buen libro o mientras juego, constituyen para mí el concepto de felicidad. La lectura así es mi plan individual preferido. Y si estoy en ese plan de éxtasis, no me gusta ser interrumpida!!

Las preguntas
1. Do you snack?
2. Do you prefer sweet or salty snacks?
3. What one snack can you not resist?
4. What one snack do you refuse to try?
5. Do you tend to snack more by yourself or when you are with friends?

miércoles, 4 de marzo de 2015

Los estereotipos

Realmente no existe algo que sea masculino o femenino salvo en cuanto a la parte física se refiere. Los estereotipos son precisamente ideas preconcebidas y expectativas creadas por una sociedad o una cultura dada respecto a un modelo de comportamiento y de aspecto.

Amo a las mujeres y creo firmemente que son superiores a los hombres. No porque sean más inteligentes ni nada de eso, sino porque pienso que son superiores evolutivamente y para mí, es en ese punto donde radica la superioridad de una persona frente a otra. Sacando los estereotipos, la naturaleza masculina funciona de una manera más propensa a la violencia, a la necesidad de poder y al egocentrismo. Obviamente hay excepciones de cada lado, como en todo, pero la historia nos ha mostrado claramente esta tendencia. En un mundo de mujeres, habría menos guerra, menos (o ninguna?) violaciones y menos niños y abuelos abandonados.

Por tal motivo, me siento muy orgullosa de ser mujer. Y sin embargo, si pudiera elegir al nacer que género elegir, creo que escogería ser hombre. Precisamente porque por todos estos esterotipos, su vida suele ser más chévere y más fácil. Además, físicamente también salieron beneficiados porque son más grandes y fuertes, envejecen menos, no gestan y no menstrúan. Ahh y por supuesto….. pueden orinar de pie!!! Cuando tenía 3 años, yo decía que quería ser niño exclusivamente por este punto!!! Incluso lo intenté una que otra vez pero lo dejé porque claramente mi puntería no era óptima.

Más grande, cuando me di cuenta que me gustaban las mujeres, quise haber nacido hombre también. Porque claro, ser gay no es nada fácil. Actualmente, la discriminación social no me pesa tanto como el hecho de la reducción de las posibilidades para conocer a alguien. Además, para rematar, me gustan las mujeres estereotípicamente femeninas las cuales son raras de encontrar en el mundo lésbico. De ahí que me enrede tanta veces entre faldas heterosexuales.

Físicamente hablando, mi cuerpo podría pasar por el de un niño puberto flaquito. Las curvas voluptuosas no son mi genética. Músculos sólo tengo cuando estoy en periodo de uso de muletas y silla de ruedas, en los que los brazos se me ponen como los de Madonna. Mi cara, manos y mi  cabello largo son inequívocamente femeninos.

En cuanto a estereotipos, soy una mezcla inusual. El hecho de ser lesbiana se supone que te guía hacia un estereotipo masculino y en la realidad sucede así, aunque nunca he comprendido el por qué al ser la homosexualidad un cambio de orientación, ocurre también tanto en hombres como en mujeres, un poco de cambio de identidad. Adicionalmente, si se remiten al blog de mi hermana que lo menciona más ampliamente El caos del orden de Pi, mi padre nos crió como si fueramos niños ya que la mayoría de lo que tiene que ver con el estereotipo femenino, lo tilda de cursi. Sumando estos dos aspectos, se podría pensar un resultado en mí bastante masculinizado. Y el que me conozca sabrá que soy una mujer de lo más “girly”.

Me gusta el cabello cepillado, las uñas pintadas, depilarme y maquillarme. Jamás salgo sin aretes largos (nada de topitos) porque me sentiría medio desnuda. Me agradan también las cadenas, anillos y pulseras pero estos últimos los he dejado porque es una pereza andárselos quitando para los lavados quirúrgicos. No uso ningún tipo de bolso pero no por falta de femeninidad, sino porque me estorba, lo dejo tirado fácilmente y me da miedo de que me lo roben. Llevo entonces pocas cosas y las meto dentro de los bolsillos, motivo por el cual me enoja mucho esa moda femenina de ropa con bolsillos de mentiras. Es necesario entonces acudir de vez en cuando a los bolsos de mis amigas o a los bolsillos de ropa de hombre de mis amigos. Por tanto, no es infrecuente, que me toque ir a la casa de ellos porque olvido pedirles las cosas.

La ropa masculina me fascina, especialmente los zapatos. Si fuera hombre, este aspecto me haría muy feliz. Sin embargo, no ando por ahí con ropa masculina porque no me gusta verme como una tomboy. Me da mucha envidia su calzado porque es bonito y puede ser a la vez formal y cómodo. Los tacones son supremamente sexys pero constituyen un atentado contra la anatomía del pie y por más femenina que me guste verme, por más llamativos y elegantes que sean y por más conveniencia que suponga para mi corta estatura, me rehúso a usar este corsé de los tiempos modernos. Los zapatos tipo baleta son bonitos también pero de lo más incómodo que hay… Nada apropiados para el frío bogotano y me llenan de ampollas. Tal es la razón de que el 70% de mis zapatos sean tenis. Los vestidos me encantan pero es muy difícil encontrarlos para mi tamaño, a no ser que busque en la sección “niñas”, en cuyo caso suelen ser de motivos infantiles. En cuanto a colores, soy la chica “morado” y hubo un tiempo en que incluso usaba todo de tono empalagosamente “Hello Kitty”.

En cuanto al comportamiento, tengo una curiosa combinación de estereotipos. Por más que se haya esforzado mi padre, soy más bien del tipo “princesa”. El sentido práctico y las habilidades de “hágalo usted mismo” no van conmigo. No tanto porque sea incapaz (soy lo suficientemente inteligente y no soy torpe), sino porque no me gusta ni me interesa. Por ello, intento siempre rodearme de personas que si lo tengan en el lugar en que resido porque realmente hace mucha falta. En mi casa era mi hermana y actualmente en mi apartamento, es una de las características más apreciadas de mi roomie. Eso de querer un taladro o un serrucho o hacer tu propia ropa, me parece de lo más exótico. Ver deportes se encuentra en el top 10 de “lo que haría si estoy desempleada, sin dinero, sin amigos, sin internet e incapacitada”. Y lo más femenino que tengo es que transpiro maternalidad y ahora a los 30, ese instinto me domina.

Hasta acá, todos pensarían que soy bastante femenina. Ahora mi parte masculina. Quienes me conocen cercanamente, dicen que pienso como un hombre. Nunca me gustaron las muñecas. De niña, jugar con las otras niñas me parecía aburridísimo entonces me comportaba como un niño más, jugando fútbol, molestando a las niñas tontas y encaramándome a todo lado. Los otros niños nunca me discriminaron por ser mujer, ya que jugaba y era mejor que ellos en todo. Pero lo más curioso de mi modo “girly” es que odio hacer compras, odio probarme ropa y odio vitrinear. Desde niña, el día que tenía que comprarme algo nuevo para vestir porque lo que estaba usando ya no daba más, era el martirio total. Hoy en día, no es raro que tenga ropa sin estrenar porque por la pereza de buscar, compro lo primero que encuentre. El plan, “vamos al centro comercial” salvo para ir al cine o comer, es equivalente a ir al dentista. Busco siempre compañía para hacer mercado porque la obligación se hace más llevadera. Y si llego a acompañar a alguien a comprarse algo, principalmente en lo que a ropa se refiere, es porque quiero mucho a esa persona.

Carezco de la habilidad “multi-task” de las mujeres. J.. se burla y dice que soy incapaz de caminar y mascar chicle al mismo tiempo. Soy temeraria (de lo poco que quedó de la crianza paterna masculinizada) sin ser por el ego, estúpida como ciertos hombres. Soy la encargada de matar los bichos a cuanta casa de mujeres voy. Mi capacidad de observación es nula, salvo que sea algo que me pueda interesar, en cuyo caso es muy aguda. (No aplica a como esté vestido alguien o si hizo o si miró) Y mi forma de relacionarme con las mujeres que salgo, es bastante masculina, con los pros y contras que esto representa.


Como sea, me siento bien siendo mujer y cuando pienso en las personas transexuales, me da escalofríos porque pienso que el trastorno de identidad es de las cosas más difíciles que alguien puede enfrentar. 


Las preguntas
1. How are you stereotypically female?
2. How are you stereotypically male?
3. What parts of you do you consider unclassifiable as either gender?
4. Do you think you are primarily male, female, or neither in characteristics?
5. If you could be born as any gender, knowing the gender prejudices as they are now, which would you choose to be?

lunes, 26 de enero de 2015

La ropa interior

No hay nada peor que la ropa interior incómoda. Por ello, aunque me parezcan bonitas, las tangas son de uso exclusivo para pantalones ajustados donde se pueda ver el borde de los calzones. Sin embargo, cada vez las trato de usar menos porque me parece poco sexy pasármela “sacándome el perro” o sumamente incómodo aguantármelo.

La mitad de mis cucos son entonces boxers cacheteros muy cómodos tipo Gef, de todos los colores, poco femeninos. Después descubrí los panties de Victoria Secret, que además de ser cómodos, tenían el plus de ser bonitos. De ahí que tenga casi toda la colección de la serie Pink. La nueva colección de Victoria Secret es horrible, una lobera total. Si llego a reponer existencias ahora, tengo que buscar los antiguos modelos en los cajones de “sale” donde están todos revueltos y manoseados.

Desde que tengo novia que solía ser heterosexual, he comenzado a apreciar el picante que pone una ropa interior femenina y bonita. Así que últimamente las bragas con encajes forman parte del repertorio. Adicionalmente resulta que A. compró un montón de cucos XOXO divinos que le quedaron pequeños, así que me los donó, para gran felicidad mía.

Conservo de todas maneras los boxers cacheteros porque son ahora mis “calzones para la regla”, situación que me imagino todas concordarán que amerita, calzones “atrapapedos”.

En cuanto a la parte de arriba… soy típicamente lesbiana. Mis senos son tan pequeños que a duras penas defienden mi género. Inicialmente compré sostenes pero el tamaño de mis tetas era insuficiente para mantener el sostén en su lugar, de tal manera que se me encaramaba continuamente. La varilla también era de lo peor. Hubo un tiempo en que usé de esos sostenes que tenían como una prótesis de aire o gel. Ahora pienso en ello y me parece algo ridículo. Pero teniendo en cuenta que en aquella época consideré hacerme la mamoplastia de aumento, pues vale. Hoy en día, poco me importa.

Luego vi que mi hermana usaba sólo tops, entonces me copié. Y la verdad, son de lo más cómodo que existe. En realidad podría andar sin ropa interior superior porque no tengo nada que se bambolee, ni aun haciendo ejercicio, pero si hace frio puedo llegar a verme timbrona. Los pocos sostenes que me quedan son unos que compré cuando Li, quién presenta unas proporciones similares, me aconsejó conseguir acostumbradores, de los que usan las niñas cuando apenas les van a salir.


En cuanto al uso de ropa interior masculina, si se ha dado muchas veces, tipo boxer, ya que los uso como pantaloneta piscinera, para andar por casa o de pijama.


En ella me gusta la ropa interior femenina y sexy, así como la que usa A. que me parece un hit y que me hace dar morbo al quitársela. Pero si son situaciones que ameritan una ropa más deportiva, espero que use algo concorde a ello. Al igual que Li, algo que no soporto es la ropa interior color piel. Puede ser el diseño que sea pero si utiliza ropa interior así, pensaré que me estoy acostando con una abuela.


Claramente, da un placer añadido que la ropa interior exista y poderla quitar para llegar al postre… No es lo mismo que se te metan a la cama ya desnudo que ir destapando para que los ojos coman y que las manos puedan palpar, buscar, esculcar. Quitar un sostén puede llegar a ser todo un reto en el cual en algún momento fui bastante hábil pero hoy en día, con el creciente gusto por los top en las chicas gays, esa habilidad se ha ido perdiendo. Hay ocasiones sin embargo, en que la ausencia de ropa interior puede ser un detalle pícaro cuando lo descubres.



He llegado a estar sin sostén en varias ocasiones y nadie se entera. En las innumerables veces que me he quemado con el sol en los hombros, en cuyo momento no soporto el elástico (si si, a pesar de ser dermatóloga, nadie es profeta en su tierra) y cuando he usado vestidos donde la tirita del sostén no es muy estética. No es muy grave, a fin de cuentas no hay demasiado que sostener. Sin la parte inferior creo que sólo he estado una vez adrede… una sorpresita para una novia.


Las preguntas
1) Ropa interior para ti ¿Cómo te gusta? (tipo, color, marca,...)
2) ¿Te has probado alguna vez ropa interior del otro sexo? ¿Te gustaría hacerlo?
3) Ropa interior para ella ¿Cómo te gusta? (tipo, color, marca,...)
4) En el sexo ¿Mejor empezar ya sin ropa interior, o dejarla para sacar más jugo al juego?
5) ¿Has ido alguna vez sin ropa interior? ¿Por qué? ¿A dónde? ¿Alguien se enteró?