Realmente no existe algo que sea masculino o femenino salvo en cuanto
a la parte física se refiere. Los estereotipos son precisamente ideas
preconcebidas y expectativas creadas por una sociedad o una cultura dada
respecto a un modelo de comportamiento y de aspecto.
Amo a las mujeres y creo firmemente que son superiores a los hombres.
No porque sean más inteligentes ni nada de eso, sino porque pienso que son
superiores evolutivamente y para mí, es en ese punto donde radica la
superioridad de una persona frente a otra. Sacando los estereotipos, la
naturaleza masculina funciona de una manera más propensa a la violencia, a la
necesidad de poder y al egocentrismo. Obviamente hay excepciones de cada lado,
como en todo, pero la historia nos ha mostrado claramente esta tendencia. En un
mundo de mujeres, habría menos guerra, menos (o ninguna?) violaciones y menos niños y abuelos abandonados.
Por tal motivo, me siento muy orgullosa de ser mujer. Y sin embargo,
si pudiera elegir al nacer que género elegir, creo que escogería ser hombre.
Precisamente porque por todos estos esterotipos, su vida suele ser más chévere y
más fácil. Además, físicamente también salieron beneficiados porque son más
grandes y fuertes, envejecen menos, no gestan y no menstrúan. Ahh y por
supuesto….. pueden orinar de pie!!! Cuando tenía 3 años, yo decía que quería
ser niño exclusivamente por este punto!!! Incluso lo intenté una que otra vez
pero lo dejé porque claramente mi puntería no era óptima.
Más grande, cuando me di cuenta que me gustaban las mujeres, quise
haber nacido hombre también. Porque claro, ser gay no es nada fácil.
Actualmente, la discriminación social no me pesa tanto como el hecho de la
reducción de las posibilidades para conocer a alguien. Además, para rematar, me
gustan las mujeres estereotípicamente femeninas las cuales son raras de
encontrar en el mundo lésbico. De ahí que me enrede tanta veces entre faldas
heterosexuales.
Físicamente hablando, mi cuerpo podría pasar por el de un niño puberto
flaquito. Las curvas voluptuosas no son mi genética. Músculos sólo tengo cuando
estoy en periodo de uso de muletas y silla de ruedas, en los que los brazos se
me ponen como los de Madonna. Mi cara, manos y mi cabello largo son inequívocamente femeninos.
En cuanto a estereotipos, soy una mezcla inusual. El hecho de ser
lesbiana se supone que te guía hacia un estereotipo masculino y en la realidad
sucede así, aunque nunca he comprendido el por qué al ser la homosexualidad un
cambio de orientación, ocurre también tanto en hombres como en mujeres, un poco
de cambio de identidad. Adicionalmente, si se remiten al blog de mi hermana que
lo menciona más ampliamente El caos del orden de Pi, mi padre nos crió como si fueramos niños ya que la
mayoría de lo que tiene que ver con el estereotipo femenino, lo tilda de cursi.
Sumando estos dos aspectos, se podría pensar un resultado en mí bastante
masculinizado. Y el que me conozca sabrá que soy una mujer de lo más “girly”.
Me gusta el cabello cepillado, las uñas pintadas, depilarme y
maquillarme. Jamás salgo sin aretes largos (nada de topitos) porque me sentiría
medio desnuda. Me agradan también las cadenas, anillos y pulseras pero estos
últimos los he dejado porque es una pereza andárselos quitando para los lavados
quirúrgicos. No uso ningún tipo de bolso pero no por falta de femeninidad, sino
porque me estorba, lo dejo tirado fácilmente y me da miedo de que me lo roben.
Llevo entonces pocas cosas y las meto dentro de los bolsillos, motivo por el
cual me enoja mucho esa moda femenina de ropa con bolsillos de mentiras. Es
necesario entonces acudir de vez en cuando a los bolsos de mis amigas o a los
bolsillos de ropa de hombre de mis amigos. Por tanto, no es infrecuente, que me
toque ir a la casa de ellos porque olvido pedirles las cosas.
La ropa masculina me fascina, especialmente los zapatos. Si fuera
hombre, este aspecto me haría muy feliz. Sin embargo, no ando por ahí con ropa
masculina porque no me gusta verme como una tomboy. Me da mucha envidia su calzado
porque es bonito y puede ser a la vez formal y cómodo. Los tacones son
supremamente sexys pero constituyen un atentado contra la anatomía del pie y
por más femenina que me guste verme, por más llamativos y elegantes que sean y
por más conveniencia que suponga para mi corta estatura, me rehúso a usar este
corsé de los tiempos modernos. Los zapatos tipo baleta son bonitos también pero
de lo más incómodo que hay… Nada apropiados para el frío bogotano y me llenan
de ampollas. Tal es la razón de que el 70% de mis zapatos sean tenis. Los
vestidos me encantan pero es muy difícil encontrarlos para mi tamaño, a no ser
que busque en la sección “niñas”, en cuyo caso suelen ser de motivos
infantiles. En cuanto a colores, soy la chica “morado” y hubo un tiempo en que
incluso usaba todo de tono empalagosamente “Hello Kitty”.
En cuanto al comportamiento, tengo una curiosa combinación de
estereotipos. Por más que se haya esforzado mi padre, soy más bien del tipo “princesa”.
El sentido práctico y las habilidades de “hágalo usted mismo” no van conmigo.
No tanto porque sea incapaz (soy lo suficientemente inteligente y no soy
torpe), sino porque no me gusta ni me interesa. Por ello, intento siempre
rodearme de personas que si lo tengan en el lugar en que resido porque
realmente hace mucha falta. En mi casa era mi hermana y actualmente en mi
apartamento, es una de las características más apreciadas de mi roomie. Eso de
querer un taladro o un serrucho o hacer tu propia ropa, me parece de lo más
exótico. Ver deportes se encuentra en el top 10 de “lo que haría si estoy
desempleada, sin dinero, sin amigos, sin internet e incapacitada”. Y lo más
femenino que tengo es que transpiro maternalidad y ahora a los 30, ese instinto
me domina.
Hasta acá, todos pensarían que soy bastante femenina. Ahora mi parte
masculina. Quienes me conocen cercanamente, dicen que pienso como un hombre.
Nunca me gustaron las muñecas. De niña, jugar con las otras niñas me parecía
aburridísimo entonces me comportaba como un niño más, jugando fútbol,
molestando a las niñas tontas y encaramándome a todo lado. Los otros niños
nunca me discriminaron por ser mujer, ya que jugaba y era mejor que ellos en
todo. Pero lo más curioso de mi modo “girly” es que odio hacer compras, odio
probarme ropa y odio vitrinear. Desde niña, el día que tenía que comprarme algo
nuevo para vestir porque lo que estaba usando ya no daba más, era el martirio
total. Hoy en día, no es raro que tenga ropa sin estrenar porque por la pereza
de buscar, compro lo primero que encuentre. El plan, “vamos al centro comercial”
salvo para ir al cine o comer, es equivalente a ir al dentista. Busco siempre
compañía para hacer mercado porque la obligación se hace más llevadera. Y si
llego a acompañar a alguien a comprarse algo, principalmente en lo que a ropa
se refiere, es porque quiero mucho a esa persona.
Carezco de la habilidad “multi-task” de las mujeres. J.. se burla y
dice que soy incapaz de caminar y mascar chicle al mismo tiempo. Soy temeraria
(de lo poco que quedó de la crianza paterna masculinizada) sin ser por el ego,
estúpida como ciertos hombres. Soy la encargada de matar los bichos a cuanta
casa de mujeres voy. Mi capacidad de observación es nula, salvo que sea algo
que me pueda interesar, en cuyo caso es muy aguda. (No aplica a como esté
vestido alguien o si hizo o si miró) Y mi forma de relacionarme con las mujeres
que salgo, es bastante masculina, con los pros y contras que esto representa.
Como sea, me siento bien siendo mujer y cuando pienso en las personas
transexuales, me da escalofríos porque pienso que el trastorno de identidad es
de las cosas más difíciles que alguien puede enfrentar.
Las preguntas
1. How are you stereotypically female?
2. How are you stereotypically male?
3. What parts of you do you consider unclassifiable as either gender?
4. Do you think you are primarily male, female, or neither in characteristics?
5. If you could be born as any gender, knowing the gender prejudices as they are now, which would you choose to be?